DE LA VIDA IRREAL |
Agudo
catador de ficciones, el hombre mira la historia publicada en el diario del
domingo y se frota la entrepierna como un mono insatisfecho. No logra
identificarse con el personaje y siente que nunca podrá entender la trama, pero
una sensación de fatalismo muy parecida a la prolijidad le impulsa a seguir
leyendo. Secuestrado por ese morbo interroga los párrafos, mide las frases,
pesa algunas palabras, espía el título y por fin desentierra la evidencia.
Aprende que una gesta desaforada de medio siglo cabe en veinte renglones con
intachable exactitud. Temblando llama a la Redacción para que echen al que
escribió su biografía.
Edgardo Ariel Epherra
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